Pasear por Salamanca siempre te puede deparar alguna sorpresa cuando menos te lo esperas. En esta noche de primeros de agosto fue una desventurada codorniz la protagonista. Terminada la cría, las codornices comienzan su viaje hacia África. Para evitar peligrosos encuentros con depredadores como el halcón peregrino, algunas utilizan el abrigo de la noche. La casualidad hizo que ésta pobre pasara por Salamanca y quedara al descubierto por los focos potentísimos de las catedrales.
Catedral Nueva de Salamanca (Foto: Cristóbal Acera) |
La pareja de halcones peregrinos (y los cernícalos primillas y vulgares) de la Catedral Nueva se ha especializado en aprovechar este falso día, para cazar a todos los pajarillos que cruzan sobre la ciudad. Resulta bastante fácil ver el vuelo velocísimo de todo tipo de passeriformes, lechuzas, patos, gansos, gaviotas y hasta grullas, cruzando como fantasmas confiando en la relativa protección de la oscuridad. Hace ya varios años, desde el jardín de Calixto y Melibea pude contemplar una secuencia de caza alucinante. Buscando en el cielo pude localizar el vuelo de un bando de gaviotas reidoras que seguía el curso del río Tormes. El reflejo de la cegadora luz daba un intenso color rojo a su pecho blanco. Justo cuando casi rozaban las torres de la catedral, uno de los halcones que hacía guardia en uno de sus posaderos, se lanzó como un rayo en su búsqueda, alcanzando a una de ellas y agarrando con fuerza su espalda. Ya sea por los berridos desesperados que lanzó o por los golpes con las alas, el halcón se soltó y la desplumada gaviota siguió su vuelo.
Codorniz parcialmente devorada (Foto:Cristóbal Acera) |
En esta ocasión, la gordezuela codorniz quedó al descubierto y uno de los halcones aprovechó para cenar. Así es la vida.
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