La migración ya está aquí para llenar nuestros campos y
jardines de multitud de pequeños y heroicos pajarillos. De todo ellos, el más
abundante y el que parece colgar de cada rama de cada árbol o arbusto es este
pequeño pajarillo de color ratón que mueve con gracia sus alitas cuando está
posado. A primera vista tiene un tamaño algo menor que el de un gorrión. Su
cuerpecillo de pecho blancuzco y espalda pardusca, tiene un aspecto mucho más
ligero y, en el ala, luce panel de plumas blancas que se agitan
con las sacudidas continuas de las alas.
El panel alar de "dedos blancos" y el sacudir continuo de las alas le hacen inconfundible (Foto: Miguel Rouco) |
Su comportamiento parece ser siempre el mismo: se posa en
una rama y, desde ese punto, lanza pequeños y acrobáticos vuelos para atrapar
invisibles insectos y, al final, volver a posarse en la misma rama. Como si se
tratará de un minúsculo azor, el Papamoscas cerrojillo, como así se llama
nuestro protagonista, parece dominar desde su percha, el movimiento de sus
presas y la llegada por sorpresa de cualquiera de sus muchos “enemigos”.
Con el final de la época de cría, miles y miles de
papamoscas (su nombre lo dice todo) llenan de acrobacias los agostados campos
del mediterráneo. Sin esperar nada a cambio, capturan a los minúsculos insectos
que tanto molestan al hombre de ciudad. Con estas modestas presas, el
papamoscas y otros muchos millones de aves recargarán energía antes de seguir
su rumbo al sur.
Algo mayor y de colores grisáceos, el Papamoscas gris,
también se puede ver por doquier entre mediados de agosto y primeros de
octubre. Al contrario que el cerrojillo, su pecho presenta un claro rayado y,
sus alas, carecen del distintivo panel pálido que tanto llama la atención del
observador.
También él, tiene un movimiento espasmódico del ala y
acecha a sus presas desde posaderos destacados. Más escaso y tímido, rara vez
se le puede ver acompañado de otros congéneres. La llegada de las primeras
borrascas del otoño los llevará a reemprender el vuelo hasta las sabanas
subsaharianas donde pasarán el cálido invierno africano, esperando el regreso
de la lejanísima primavera europea. ¡Os esperamos!.
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