Con la llegada de los primeros
fríos invernales nunca se sabe lo que te vas a encontrar al salir al campo. Con
los mismos vientos que te abrasan la piel pueden llegar sorpresas aladas a
nuestros campos y alegrarte un simple paseo.
Aspecto de la Sierra de Francia con su librea otoñal |
Esto es lo que hoy hemos tenido la
suerte de comprobar. En un día de perros en la Peña de Francia, con viento que
congelaba hasta la médula, un corto y helador paseo se convirtió en toda una
experiencia.
Santuario de la Peña de Francia, entre la niebla |
Casi sin salir del coche nos encontramos con una de estas
sorpresillas que todo el mundo espera. Pegados a las rocas que cuelgan sobre el
abismo, un grupillo de gordezuelos pajarillos se posaban a poco más de un par
de metros de nosotros. Sin esperar encontrar nada vivo en este día espantoso,
nos fijamos y nos llevamos la gratísima sorpresa de descubrir a los bonitos y
raros Acentores alpinos que parecen aquerenciados a estas alturas heladas.
Acentor alpino. Muy confiados da gusto verlos |
Sin
competencia de ningún tipo, dejan ver a puro placer sus lomos rojillos y sus
boqueras amarillas. Todo un placer escuchar sus alegres trinos en medio del
vendaval.
Trepando entre las pidras del propio santuario |
Aún más inesperadas fueron las joyitas que tuvimos la
suerte de encontrarnos en la laguna del Cristo. Medio helados y todavía
esperando que reapareciera la nutria que no paraba de bucear, pudimos ver,
justo en la otra punta de la laguna, varias limícolas blancas que nadaban
picoteando la superficie y girando como peonzas sobre la superficie. Forzando
los ojos que medio lloraban con el viento y tratando de recordar que otras
limícolas pueden nadar como si fueran muñecos de cuerda, llegamos a la
conclusión que sólo podíamos estar teniendo la inmensa suerte de estar ante un
grupo de falaropos.
Falaropo picogrueso fotografiado en el Azud de Riolobos |
Después de mucho elucubrar y de poder compararlos con los
más terrestres archibebes claros, volaron todas nuestras dudas tras verlos
volar y posarse repetidamente sobre el agua. Sus alitas finas y rapidísimas y
sus inconfundibles movimientos en círculo, para generar una corriente de agua
que eleve la comida que se esconde en el fondo de la laguna, fueron más que
suficientes para darnos una alegría tan inmensa como inesperada.
Aspecto de la laguna del Cristo en medio de las dehesas |
Todo parece indicar que este otoño húmedo y poco frío nos
va a seguir regalando muchas pequeñas y grandes alegrías y nos va a hacer
olvidar el año tan pésimo que hemos y, estamos pasando, en todos los sentidos.
Animaros a coger vuestros
prismáticos y mucha suerte. De momento, este sábado volveremos al campo para
visitar las lagunas del noreste salmantino y dar la bienvenida a todos los
pajarillos que el año pasado no se animaron a visitarnos.
Os
esperamos.
Hola amigos
ResponderEliminarCuriosas las novedades que llegan con el tiempo frío. A ver si coincidimos en alguna que hemos estado visitando la zona y observando los machos monteses.
Saludos
Hola, chicos.
ResponderEliminarPara la próxima os avisaremos con tiempo.
Este sábado estuvimos por la sierra de Camaces y la verdad es que entre las repoblaciones de pinos, con todas sus piestas y cortafuegos, y los cercados del coto de caza intensivo, la sierra está machacada. Una auténtica lástima, por decir algo fino.
Un saludo