jueves, 23 de febrero de 2012

La ribera del azor


 Las riberas de los ríos son los mejores lugares para observar y disfrutar de las aves. La cantidad y variedad de aves y otros seres vivos que en ellas encuentran refugio, no tiene comparación con cualquier otro hábitat de la reseca Castilla. En sus bosques de ribera y en sus aguas podemos encontrar aún muchas de las aves que antaño se podían ver por nuestros campos.
Colonia de cría
De todas las riberas de Salamanca, la del río Tormes es la que ofrece más oportunidades para los seres vivos. En este paseo de domingo por la tarde, recorrimos un tramo aguas abajo de la capital.
La primera alegría de la tarde nos la dieron las enormes y preciosas garzas reales y garcetas grandes. La verdadera plaga de peces introducidos por el ser humano, ofrece un menú inagotable para las aves pescadoras, eso sí, a costa del exterminio de toda la fauna autóctona de peces y anfibios, literalmente devorada por estos nuevos peces (y por los seres humanos que los liberaron) que nada entienden de equilibrio natural.
Ribera y escondites de nutrias

Descendiendo la orilla izquierda siguieron pareciendo muchas joyas aladas. Siguiendo el curso del río, dos jóvenes de aguilucho lagunero se posaron en una encina seca, acosados por un grupo de combativas e inteligentes cornejas. Sus gritos y picados terminaron por levantar a los dos aguiluchos. Poco más abajo, apareció la joya del día. Cómo un fantasma entre los jóvenes pinos, se levantó del suelo un joven de azor con la tórtola turca recién capturada.
Los nidos de cigüeñas aun sin inquilinos, no faltaron en el paseo

Sin querer asustar al “pirata de la espesura”, rodeé el pinar y llegué a un tramo abierto del río donde descansaban los azulones y varios zampullines comunes. Escondido entre los sauces y algún aliso, que aún resiste a su Seca particular, pude disfrutar de ellos a placer. Con el tibio sol de finales de enero, destellaba la cabeza azul verdosa del plumaje nupcial de los machos. Las persecuciones y gritos de los patos parecen anunciar la llegada de una primavera, que esperemos, traiga mucha más agua de la que ha dejado este seco invierno.
Nido de milano...¡¡¡como les gusta meter basura!!!

Los pequeños cortados de esta orilla permiten ganar altura y dominar la extensa superficie de dehesas. Con esta mejor panorámica aparecieron otras rapaces como los milanos reales y los ratoneros. Los veleros milanos revoloteaban sobre las granjas de la zona espantando las nubes de tordos que comían entre las vacas. Los más tranquilos ratoneros, dominaban desde las torres de la luz el tramo de río que forma su territorio. La llegada de la época de cría, tiene a los ratoneros en plena excitación. La aparición de otro ratonero les hacía alzar el vuelo y  estallar en picados y “maullidos”.
¿Quién habrá pasado por aquí?


En los mismos cortados que permiten dominar el río, se refugian numerosas aves y mamíferos. La maraña de carrascos y zarzas cobija a mirlos, zorzales, currucas y petirrojos. Este pequeño laberinto de roca y maleza de algunas cárcavas resguarda a los escasos conejos de la zona y esconde a las perseguidas familias de zorros, tejones y jabalís. Sobre las rocas más destacadas aparecen las letrinas de las solitarias jinetas. Fuera de estos pequeños oasis, vacas, vacas y más vacas.
Descortezamiento de tejón

Letrina de tejón
Con la caída de la tarde, el trajín de aves se anima. Los diurnos milanos reales y cormoranes grandes se concentran para dirigirse camino de sus dormideros.  Las más nocturnas garzas reales, chillan desde los viejos chopos dónde tienen sus pequeños nidos. Sin que les importe mucho si es de día o de noche, siguen con su algarabía y sus vuelos.
En la maraña del estrecho bosque de ribera, los chillidos delatan la llegada de los escandalosos bandos mixtos de pajarillos que deambulan arriba y abajo por todo el río. Carboneros, herrerillos, escribanos soteños, chochines y agateadores se unen en estos bandos que vagan en busca de comida. Mucho cuidado deberán tener estos pajarillos. Estas concentraciones invernales de pajarillos atrae la presencia de sus depredadores naturales. El sigiloso gavilán ronda estos bosquetes en busca de algún pajarillo despistado. El grito de un arrendajo delata su presencia y le obliga a ganar altura para llegar hasta otro rincón del bosque dónde los pájaros no hayan escuchado el grito de alarma.
¿Y en esta roca que hay?
Letrina de gineta

Con poca luz y mucho frío, vuelvo a ver al azor del mediodía. Los gritos de alarma de un mirlo le han debido alertar de mi presencia. Con su buche repleto y sin apenas hacer ruido, sale del bosquete para esconderse rápidamente en otro árbol mucho más alto. También el poderoso azor sabe que debe buscar resguardo seguro para pasar la noche. La presencia de conejo atraerá al búho real desde las peñas cercanas, y ya sea para eliminar un competidor o cómo otra presa, más le vale al azor esconderse dentro de la copa protectora de un buen árbol. El reclamo lejano de un mirlo quizá delate el inicio de la jornada de caza del Gran Duque.
¿Se posará aquí el buho real?. Quién sabe, habra que venir de noche...

1 comentario:

  1. Que envidia da el relato. Me encantaría saber interpretar así los rastros dejados por nuestros amigos.

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