viernes, 23 de diciembre de 2011

Grullas en el embalse de Santa Teresa

Este nuevo Paseo Ornitológico nos lleva en esta ocasión, a la pequeña localidad de Pelayos, a la orilla del gran embalse de Santa teresa, en busca de las aves acuáticas que allí pasan el invierno. El frío propio de estas fechas no nos desanimó en nuestra búsqueda de nuevas aves.
Ya comenzamos a observar aves desde el pueblo
Partiendo del ayuntamiento, seguimos un cómodo camino desde el que se domina la gran superficie del embalse de La Maya. Las escasas lluvias de este otoño, han dejado un nivel de agua bastante por debajo de lo que suele ser habitual. En las orillas desnudas se concentraban los primeros grupos de gaviotas sombrías y de ánades azulones.
Un par de milanos reales, como siempre espectaculares, sobre el pueblo
Las cabriolas de dos milanos reales sobre el pueblo, dieron paso a pequeños pájaros como el colirrojo tizón, el petirrojo y un confiado y luminoso alcaudón real. Desde el cable que le servía de atalaya, lanzaba cortos vuelos en busca de pequeñas presas. La ayuda del telescopio nos permitió observar con nitidez su pico aguileño. La ausencia de unas garras que le permitan agarrar con fuerza a sus presas, les obliga a empalar a sus presas en algún espino o rosal, para poder despedazarlas.
Alcaudón real. Muy confiado, con su pecho rosado característico
Con la aparición de los primeros entrantes del embalse, fuimos descubriendo a las aves acuáticas. Los ánades reales, como en casi cualquier otra zona húmeda de España, fueron las más abundantes. Con los escasos rayos de luz que se escapaban de entre el encapotado cielo, los verdes y azules de las cabezas de los machos, resplandecían en contraste con las pardas hembras. Este marcado dimorfismo sexual tiene su explicación en el reparto de tareas que ejercen los dos sexos. Mientras los machos, dedican todo su esfuerzo en atraer al mayor número posible de hembras, éstas deben conseguir pasar desapercibidas durante la solitaria incubación, para no atraer las miradas de posibles depredadores sobre su escondida nidada.
Las primeras grullas se adivinaban lejanas, posándose en las orillas
Al ganar altura sobre el embalse, fueron apareciendo otras aves que son habituales durante el invierno. En Las despobladas orillas se concentraban varios cientos de elegantes gaviotas sombrías en grupos apretados. Su espalda oscura contrastaba con su voluminoso cuerpo blanco. Junto a ellas, estaban posados varios cormoranes grandes secándose al sol, después de sus largas sumersiones de pesca.
Observando aves acuáticas en el embalse y buscando grullas mirando al cielo
De todas las aves que buscan estas aguas para pasar el invierno, son las grullas las más atractivas y frágiles. Las orillas y dehesas de encinas de este rincón de Salamanca, ofrecen tranquilidad para formar sus dormideros y comida para pasar los largos y fríos meses del invierno. Entre 1500 y 2000 grullas nos acompañan todos los inviernos, llenando de poderosos trompeteos los campos de este rincón de la provincia.
¿Pero las grullas vendrán o no...? y ¡Que frío!!!
Tratando de descubrir su figura estilizada, no dejamos de rastrear el cielo en busca de sus formaciones en “V”. Los primeros grupos fueron apareciendo varias horas antes de la puesta del sol. Estos bandos están formados por la agrupación de diferentes familias que se mantienen unidas, gracias a sus poderosas llamadas, en sus largos y peligrosos viajes desde la taiga escandinava hasta las acogedoras dehesas del suroeste de España. Con la ayuda de nuestros telescopios pudimos distinguir los colores blancos, negros y rojos que adornan la cabeza de los adultos, y que contrastan vivamente, con los colores pardos de las cabezas de su corta descendencia, formada por uno o dos pollos.
Grupo familiar entre las encinas
En ningún momento se separan las familias. Ya sea en la rastrojera de maíz o en la protectora dehesa, las familias permanecen unidas y vigilantes ante cualquier peligro.
Camino del resguardo de los árboles...
Con el paso de los minutos, el viento helado se hizo casi insoportable. Siguiendo los pasos de los pajarillos, que inteligentemente buscan los valles abrigados del viento, decidimos retomar el camino y buscar la protección del valle adehesado que cubre las orillas.
Bandos de trigueros, gorriones comunes y chillones, verderones...nos acompañaron todo el paseo
En su interior, las encinas y las cortinas de piedra, nos protegieron del viento y nos ofrecieron nuevos pajarillos para observar. Nuestra llegada al bosque fue delatada por las llamadas de alarma de mirlos y carboneros. Con nuestro paso, fuimos levantando algunas palomas torcaces y pequeños bando de pinzones que se alimentaban en el suelo.
Uno de los escasos grupos que vimos hasta entonces...reflejando el sol de la tarde
 Sabiéndonos a poco las lejanas observaciones de grullas, decidimos buscar un camino que nos acercara, de forma respetuosa, a las cercanías de la bahía donde se refugian para pasar la noche. Antes de poder acercarnos, las grullas nos brindaron un espectáculo natural único. 

Llegaba la hora mágica de la puesta del sol...¿tendríamos suerte?
Con el sol apunto de ponerse y con el alivio  que ofrecía el paravientos de las encinas, el atardecer se llenó con los trompeteos de estas fantásticas aves. Antes de asomarse por encima de las laderas, sus llamadas comenzaron a resonar desde el noreste. 




Uno de los numerosos grupos

Pasando por encima
Silencio absoluto. Escuchar el canto de las grullas es una de esas maravillas naturales al alcance de todos
Con el sol a punto de ponerse y con el alivio que ofrecía el paravientos de las encinas, el atardecer se llenó con los trompeteos de estas fantásticas aves. Antes de asomarse por encima de las laderas, sus llamadas comenzaron a resonar desde el noreste. Como un auténtico regalo, fueron apareciendo con sus bandos en “V” una sucesión de geométricos grupos que volaban a escasa altura sobre nuestra vertical. Hasta 800 grullas nos regalaron un recuerdo imborrable que compensó, con creces, el frío del invierno que está a punto de llegar.
Último grupo que pasó, ya prácticamente sin luz
 Una última y, poco exitosa espera, para escuchar los primeros ululares de amor de los cárabos, despidió al grupo hasta nuestro próximo Paseo Ornitológico. La llegada del sol y de las aves que ahora pasan el invierno en África, nos acompañarán en los Paseos de la primavera.
Muchas gracias a todos los participantes que nos han hecho disfrutar de estas, hasta ahora, preciosas jornadas de pajareo por las tierras de Salamanca
Gracias por entrar y/o comentar.

4 comentarios:

  1. Asi se hace aficion...felicidades!
    Saludos camperos.

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  2. Buena forma de pasar una tarde de sabado. Ya entro el gusanillo, así que nos veremos en primavera.

    Saludos y felices fiestas.

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  3. Gracias a los dos.
    A ver como se dan todas las salidas de primavera, tenemos proyectadas otras 13 ya con fecha y sitio...asi la escusa no será el frío
    Saludos

    Vicente

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  4. Lástima que no pude estar, pero las pude ver en Rágama hace poquito y en Villafáfila y la verdad es que los pelos de punta.
    Nos vemos en primavera, Chus.

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