domingo, 6 de noviembre de 2011

Día de nutrias y avutardas

En muchas ocasiones, un golpe de suerte, o de mala suerte, puede marcar la diferencia entre disfrutar de un buen día de campo, o simplemente, irnos a casa con la sensación de haber podido asistir a un momento de la vida de los animales, que rara vez se revela ante los ojos de un ser humano que parece haber perdido la capacidad de maravillarse con el espectáculo de la Naturaleza que le rodea. La densa niebla que nos impidió censar las escasas avutardas que aún sobreviven al sur de la ciudad de Salamanca, nos obligó a tomar un nuevo camino y a encontrarnos con varias sorpresas que hicieron de éste, un día inolvidable.
Laguna del Cristo, con su orla de vegetación en la orilla del encinar

Cegados por la niebla, nos dirigimos hasta las dehesas y lagunas del Campo Charro. En esta vasta planicie de encinas y sierros, se localiza un puñado de lagunas naturales que acogen en estas fechas, a modestas cantidades de aves acuáticas invernantes. En la menguada superficie de estas zonas húmedas, chapotean los pájaros recién llegadas del Gran Norte. Los más abundantes son los discretos azulones y  fochas. Mucho más escasos, se presentan los ánades frisos, los patos cucharas, las cercetas comunes, los zampullines comunes y dos solitarias hembras de porrón común y ánade silbón. Junto a ellos, algunos pequeños grupos de agachadizas comunes, andarríos grandes y chicos y patilargos archibebes claros corretean por las orillas.
En contaste con la relativa escasez de aves acuáticas, las dehesas que rodean estos humedales del centro de la provincia, albergan gran número de aves rapaces de varias especies. Desaparecidas las águilas imperiales debido a la falta de conejos y a la presión del ser humano, los milanos reales son los verdaderos protagonistas de nuestras dehesas. Por miles acaban de llegar desde el centro y norte de Europa. Siguiendo las mismas rutas migratorias, los acompañan los ratoneros comunes. Tal es la abundancia invernal de estas rapaces que parece que no hay carretera o camino, por pequeño que sea, que no tenga a su milano y a su ratonero atentos a las andanzas de los pequeños roedores. Compartiendo el mismo cielo, los sedentarios y enormes buitres leonados y los, aún más enormes, y mucho más escasos, buitres negros, patrullan cada rincón de nuestra provincia limpiando nuestros campos de animales muertos y enfermedades.
Aspecto general de la laguna y sus pequeñas islas

¿Cuál puede ser esa sorpresa digna de ser subrayada en nuestro cuaderno de recuerdos?. En esta ocasión, no será un ave, sino un mamífero el que llene de emoción nuestro día de campo. Cuando ya estábamos a punto de recoger nuestro equipo de observación, un trazo de ondas que brotaba por detrás de una pequeña isla, nos hizo mirar con nuestros curiosos prismáticos. Muchas han sido las ocasiones en las que hemos buscado en vano estos mismos trazos, deseando descubrir el paso discreto de esta escasa especie. Unas veces un pato y otras un pez, nos hemos ido a casa soñando con cómo sería el encuentro con la hermosa nutria. Afortunadamente, esta vez, sí fue la nutria la responsable de nuestro sobresalto. Hasta 5 maravillosas y traviesas nutrias se dejaron ver a placer en una sucesión de juegos y zambullidas, en busca de la abundante comida que allí parece concentrarse. Una ruidosa familia al completo, con sus tres cachorros del año y los dos adultos, formando un tren que se entrelaza y se separa, sobre las ahora turbulentas aguas. En su desplazamiento por la laguna, los sorprendidos patos y zampullines levantan prudentemente el vuelo a su paso. Terminada la hora de la comida y, sin dejar de jugar en ningún momento, se toman un descanso, perdiéndose entre la maraña de troncos que cubre una pequeña isla. ¡Inolvidable!.

Graveras de castraz. Se ven las lagunas y los acúmulos de áridos

Desde estas lagunas naturales, nos dirigimos a otras lagunas, que lejos de ser naturales, también acogen interesantes poblaciones de aves. La explotación de áridos que destrozó y destroza, las riberas y dehesas del río Yeltes, se ha convertido, gracias a la casi milagrosa capacidad de recuperación de la Naturaleza, en un refugio para anátidas, zampullines, somormujos, fochas, cigüeñuelas, carriceros, escribanos palustres y para aves rapaces, como los amenazados, aguilucho lagunero y milano real, y los estivales milano negro y halcón abejero.
Paso de fauna bajo las alambradas
También las nutrias se esconden en la maraña de eneas y sauces que cubre gran parte de su superficie. La sequía que corta el río Yeltes, obliga a las nutrias a cobijarse en este nuevo humedal. Las huellas y excrementos que se acumulan en las orillas, delatan sus andanzas y juegos.
Colonia de cigueña blanca junto a la gravera, sobre grandes robles
Roble añoso

De vuelta a Salamanca, a la altura de las llanuras cerealistas de Barbadillo, decidimos hacer un último intento de localizar algún grupo de avutardas. Años después de las últimas observaciones y, ya dando por segura la pérdida definitiva de esta pequeña y aislada población, nos llevamos la enorme alegría de localizar 3 pequeños bandos que sumaban un total de 36 ejemplares. Rebuscando entre las rastrojeras de cereal y asustados por los mil disparos que retumban por todas partes, los gigantescos “barbones” todavía se pavonean orgullosos en busca de las discretas hembras.  Sin un solo arbusto o árbol que oculte su enorme figura, sus colores terreros son su mejor defensa.
Hábitat de las avutardas


Compartiendo las llanuras con las avutardas, los relucientes aguiluchos pálidos patrullan los campos, buscando sorprender a las pardas alondras que se esconden en el suelo desnudo. Con sus bajos vuelos de caza, van levantando pequeños bandos que se agazapan entre la rala rastrojera. Precisamente, esta es la oportunidad que estaban esperando los rapidísimos esmerejones para picar sobre los asustados pájaros. Se desata entonces, uno de los espectáculos más fascinantes de las llanuras durante los meses invernales: las increíbles persecuciones llenas de piruetas, en las que se miden los picados fulminantes de la rapaz con los quiebros salvadores de las pequeñas presas. Con un nuevo picado, los esmerejones parecen estar a punto de atrapar a la ágil alondra que acaba de salvar la vida con un último y milagroso giro. Sin poder elegir entre ninguno de los dos bandos, asistimos maravillados a largas persecuciones que nunca parecen terminar y que ponen fin a un fantástico y sorprendente día de campo

2 comentarios:

  1. -Buen día ornitológico!
    Cúanto me gustaría ver a mí la nutria!

    Mi blog: el ornitoblog

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  2. Saludos
    Excelente entrada campera con especies que son autenticos tesoros de nuestra fauna y envidia europea!
    Del tema del buitron , ni idea?? lo seguire de cerca pues aqui hace frio de verdad (y nieva).
    Saludos camperos.
    -por cierto ya teneis un nuevo seguidor.

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