miércoles, 2 de mayo de 2012

Turismo ornitológico por la Alberca. Sierra de Francia en estado puro

Más verde y húmeda que nunca.
El sendero de turismo ornitológico de este sábado resultó más húmedo de lo esperado. Después de tantos meses de sequía, las lluvias generosas de este abril nos han sorprendido gratamente y vuelven a llenar charcas y arroyos. Las ya de por sí, húmedas selvas de la sierra de Francia, se han convertido en un paisaje brumoso con nubes envolviendo sus espesuras.
Que mala pinta tenia la tarde...

La Alberca, como siempre espectacular

Al acercarnos al punto de reunión...¡Nevando!

Una verdadera suerte disfrutar de estas calles vacías...
El grupo de animosos aficionados a las aves, nos esperaba al resguardo de la ¡nieve! que esos momentos caía, en los soportales de la plaza mayor de La Alberca. Pasado lo peor del chaparrón que cubría toda la sierra con una cortina de agua, decidimos recorrer una parte de la ruta que teníamos prevista. Sin salir del pueblo ya tuvimos las primeras observaciones. Contra el fondo verdaderamente negro de la tormenta, pequeños grupos de vencejos pálidos y comunes y alguna golondrina despistada luchaban para buscar comida entre fuertes ráfagas de viento helado. 
Un arrendajo se dejó ver de cerca...comenzando el paseo
También sin salir del pueblo, otras aves forestales fueron apareciendo por los huertos y jardines: varias parejas de picos picapinos, trepadores azules, carboneros comunes y garrapinos, pinzones, arrendajos desenterrando viejas nueces y algún colirrojo real, que hizo las delicias de todo el grupo con sus colores. 
Disfrutando del colirrojo real...y cómo venía el cielo...
Caminando ya por el bosque cerrado, las observaciones se complicaron mucho por la espesura de esta verdadera selva que es el bosque caducifolio. Ante la imposibilidad de avistar a los escondidos cantarines, lo que hicimos fue darnos el placer de permanecer en silencio y dejarnos rodear por el coro de pájaros que llenaba el bosque con sus cantos de amor: mirlos comunes con su melodiosa melodía, chochines desgañitándose en la espesura, el relincho de los pitos reales, la dulce flauta del autillo y el parloteo atropellado de las abundantes currucas capirotadas.
La "ruta de las raíces" está salpicada de esculturas, como esta pedazo hoja de roble
Todo este esfuerzo de alegres cantos, quedó eclipsado por los “ladridos ahogados” del duende del bosque, el corzo, que animado por las lluvias, comienza a llenar el bosque con su escandaloso celo. Imaginad la cara de desconcierto y fascinación de los asistentes al escuchar por primera vez las llamadas de este pequeño habitante del bosque. 
Los arroyos en la sierra corren por doquier
Con poca luz y bastante frío, llegamos hasta el mirador sobre el valle del Francia. De nuevo, nos dejamos llevar por el placer de los sonidos del bosque: el viento encajonándose en el valle y los últimos cantos de los pájaros antes de caer el sol.
A última hora de la tarde, pasando junto a la Laguna de San Marcos
El viento y la lluvia que nos acompaño de regreso a La Alberca ahogaron los lamentos de los cárabos y el canto incomparable de los ruiseñores que por estas fechas siguen defendiendo sus pequeños territorios.  
Mirador sobre el valle del Francia...espectacular sin duda
Para muchos de los nuevos amigos que hemos hecho en este sendero casi invernal, fue una sorpresa deliciosa descubrir la variedad de colores y formas de nuestros pájaros. Fue sin duda, un feliz descubrimiento para todos ellos. 
Esperemos que muchos más, puedan acompañarnos en futuras rutas y seguir maravillándose con todos los pequeños tesoros que nos rodean y esperan para ser descubiertos. De vuelta a casa, los focos de nuestro coche deslumbraron a un fugaz cárabo y a una saltarina garduña, que nos hizo detener el coche para cederla el paso y perderse en la oscuridad... 
Ruinas de la ermita de San Marcos
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