viernes, 11 de enero de 2013

ARRANCANDO EL BIG YEAR...



¡¡¡Queremos ver toooodoooosss los pájaros!!!. Con muchas ganas y un frío que pela empezamos nuestro particular Big Year por tierras del este de Salamanca. Entre campos de cultivo, acorralados bosques isla y bonitas riberas del Tormes hemos recorrido los primeros kilómetros de búsqueda sin agobios, de todos los pájaros que por aquí aguantan el gris invierno castellano.
El punto de entrada que hemos elegido para este primer paseo por nuestra área de muestreo, fue el Centro de Tratamiento de Residuos de Gomecello. Para inaugurar nuestra lista, ninguna otra habría sido mejor protagonista de la avifauna salmantina que el espectacular, enorme, precioso y amenazado Milano real. Junto a él, otra de las joyas de este paisaje de cultivos, el Aguilucho lagunero.  

El Milano real ha sido la primera especie de la lista (Foto: Miguel Rouco)

A partir de aquí fueron sumándose más aves como las Palomas torcaces, los estorninos negros y pintos, las avefrías o las tórtolas turcas. Uno de los empujones de nuestra lista llegó en el azud de Riolobos que, aunque está lejos de sus años de esplendor, aún puede hacer disfrutar a cualquier aficionado con un mínimo de sensibilidad. Aves acuáticas como los  relucientes Patos cucharas, las minúsculas Cercetas comunes o los escandalosos Ánsares comunes encuentran descanso en sus orillas y aguas abiertas. 

Patos cucharas filtrando su comida (Foto: Miguel Rouco).

Junto a ellas, Ratoneros comunes, bandos de cantarinas alondras y más Aguiluchos laguneros esperando el despiste de algún pato o avefría. Esta última ave se ha vuelto muy común en fechas recientes con la llegada de miles de ejemplares desde Europa huyendo de los primeros fríos de este suave invierno. Sin poder olvidar las sorprendentes citas de las asiáticas Avefrías sociales que se están dejando ver por diferentes lugares de España, buscamos sin éxito las características secundarias blancas de este verdadero Bimbazo.

Las avefrías: bonitas a rabiar. (Foto: Miguel Rouco).

Continuando nuestra ruta seguimos uno de los caminos que se alejan del azud, encontrándonos de frente con un bando de unas 600 grullas comiendo tranquilas entre las rastrojeras de campos de maíz recién cosechado y barbechos que apenas verdean. Cualquiera que haya tenido la suerte de escuchar sus llamadas, habrá sentido nuestra misma alegría. La pura música de  sus trompeteos hace que cualquier día de campo merezca la pena vivirlo. 

Bando de grullas alimentándose en una rastrojera (Foto: Miguel Rouco).

Felices de verlas comer y descansar tranquilas, después de su larguísimo viaje, nos dirigimos hasta la ribera del Tormes en la localidad de Huerta. A escasa velocidad y sin dejar de buscar ni un solo momento, nos topamos con grandes bandos de pajarillos que se estaban alimentando entre las mazorcas sin recoger. Con el sobresalto que se recibe un inesperado regalo de Reyes, nos llevamos la maravillosa sorpresa del día al descubrir el inconfundible pecho anaranjado de los ya casi olvidados pinzones reales. ¡Qué gozada y qué bonitos!. Realmente emocionados y pensado que alguien nos había escuchado hablar, volvemos a reencontrarnos, después de 10 años sin verlos por Salamanca, con uno de los pájaros más coloridos que se pueden poner delante de nuestros prismáticos. La alegría y la sorpresa de tan inesperado reencuentro, casi nos hace salir disparados de la carretera y acabar ruedas arriba en el canal de Babilafuente. Ya seguros, disfrutamos a placer de esta joyita que, también, parece haber llegado hasta España empujada por las borrascas que estos días han barrido Europa y nos han hecho recibir este maná de visitantes norteños.

La cara negra identifica a este macho de Pinzón real (Foto: Miguel Rouco).
Los inviernos cada vez más templados ya no obligan a las aves del centro y norte de Europa a buscar refugio en nuestras sureñas latitudes hasta que el sol de la primavera consegue liberar del hielo y la oscuridad los campos del viejo continente. Indudablemente, esto ha hecho mejorar la situación de muchas aves que ya no sufren las enormes bajas que suponían tan peligrosos viajes. Esta bendición para tantas especies, nos ha privado de los colores y trinos que nos traían el aroma de tierras que parecen tan lejanas y tantas veces han hecho volar nuestra imaginación.
Todavía excitados con nuestro afortunado descubrimiento, llegamos hasta las orillas e islas del río Tormes a su paso por Huerta. Como siempre, nos recibe un griterío de patos, garzas y cormoranes confiados. La tranquilidad de la que disfrutan en este tramo del río, permite que nos dejen acercarnos sin inmutarse y podamos asistir a una perdida naturaleza en la que los animales no huían del ser humano.

Cada día son más habituales las Garcetas grandes (Foto: Miguel Rouco).

Saboreando de este rincón de paz, un pequeño pajarillo se levanta silencioso de la maraña de cañas tumbadas. Sin poder identificarlo en este fugaz vuelo, salimos en su búsqueda. Rastreando las playas y charcos que se abren entre eneas y carrizos, el pardo pajarillo vuelve a levantarse para, esta vez sí, reconocer la minúscula silueta de una, también, inesperada y vieja conocida, Agachadiza chica. Mejor final imposible.

Agachidiza chica. Su pico "corto" evita confusiones con la "piquilarga" Agachadiza común (Foto: Miguel Rouco).

Con muchos buenos momentos saboreados, nos vamos para casa con nuestros primeros 56 pájaros en una lista a la que se irán sumando otros muchos en este 2013 que estará lleno de paseos y viajes en busca del Big Year.

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